jueves, 16 de junio de 2011

Dolor

Estaba sentado en su cama, solamente miraba por la ventana sin pensar en nada más. Sentía que no importaba nada, no había más motivos para despertar cada mañana ni para comer las cuatros comidas diarias que había comido durante años, todos los días de su existencia.
Trataba de entretenerse, de hacer algo que lo distrajera de pensar en eso. Leía revistas, veía la televisión, dibujaba, escribía, pero nada podía salvarlo.Un día normal salió a caminar por las frías calles de Buenos Aires en pleno invierno, quería distraerse. Sin embargo todo lo hacía recordar ese dolor en el pecho, todo lo hacía pensar en eso que lo mataba por dentro. Nada podía hacer que se olvidara de la agonía por la que pasaba y hacía ya dos días soportaba. Fue a un café en una esquina, se tomó un té con medialunas, pero el sufrimiento seguía en él. Creyó por un momento que una buena idea era ir al médico, pero luego de un rato se dio cuenta de que este no podría entender.
Pensó que tal vez la mejor solución era ir al cine a ver alguna película. Cuando entró en la sala y las luces se apagaron, él esperaba que por fin se acabaría el ardor, pero no fue así. Mientras veía la película, las lágrimas se derramaban y no paraban de caer, pues hacía un par de días que estaba reteniéndolas.“¿Qué puedo hacer?”, pensaba él, desesperado mientras se hundía cada vez más en el mar de dolor. Debió salir nadando rápidamente porque había estado a punto de ahogarse. Su alma y su corazón estaban rotos, era como si no los tuviera. 
Aquella mujer había arruinado todo en él.
“¡Dios, ayúdame!”, necesitaba curarse, estaba sumamente deprimido y no se le ocurría una solución. Pensaba que lo mejor quizá sería tratar de vivir con ello hasta que se esfumara con los días, tenía la esperanza de que eso pasaría y de que dentro de poco tiempo estaría mejor. Pero simplemente estaba destruido, nunca se había sentido así, nunca pensó que existía un sufrimiento semejante.
Desesperado, buscó fotos, cartas, algo que acabara con todo esto, alguna pista de qué le estaba ocurriendo, pero el efecto fue contrario, luego de mirarlas varias veces, sus ojos llovieron otra vez. Se le ocurrió que buscar algún remedio en el clóset, pero cuando lo abrió, solamente encontró una tijera con mucho filo que solía ser de aquella dama. 
Por fin había entendido... Su alma rota en pedazos se vio esparcida por el cuarto y un corazón roto y destrozado cayó cerca de las piezas.

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